El síndrome maníaco-depresivo, denominado también trastorno bipolar, se clasifica como un tipo de trastorno afectivo (o trastorno del estado de ánimo) que excede los altibajos normales, convirtiéndose en un serio trastorno clínico y una importante preocupación relacionada con la salud del individuo. El síndrome maníaco-depresivo se caracteriza por episodios periódicos de gran júbilo y felicidad, ánimo eufórico o irritabilidad (también llamados fase maníaca) a los que se contraponen episodios periódicos de síntomas depresivos clásicos.
La depresión es un trastorno del estado de ánimo que afecta el cuerpo, el estado de ánimo y los pensamientos. Puede afectar y alterar también los patrones de alimentación, sueño, actitud y comportamiento. No es lo mismo que sentir tristeza o estar algo decaído, ni tampoco es indicio de debilidad personal, ni constituye un estado que pueda disiparse o modificarse a voluntad.
Existen tres tipos de depresión que pueden clasificarse en tres categorías principales:
- depresión grave (depresión clínica)
- trastorno bipolar (síndrome maníaco depresivo)
- trastorno distímico (distimia)
El síndrome maníaco-depresivo afecta por igual a hombres y mujeres (aunque las mujeres son más propensas a la depresión que a la manía) y comienza a menudo en la adolescencia o juventud. Se ha mejorado la detección del síndrome maníaco-depresivo en los niños pequeños, aunque continúa siendo difícil diagnosticarlo.
El síndrome maníaco-depresivo suele manifestarse en miembros de una misma familia y se cree que, en algunos casos, se trata de una enfermedad hereditaria. Los antecedentes familiares de abuso de drogas también aumentan el riesgo de desarrollar este síndrome. Los investigadores continúan intentando identificar uno o más genes que puedan ser responsables de este trastorno.
Los síntomas más comunes del síndrome pueden incluir:
- sentimientos persistentes de tristeza
- sentimiento de desesperanza o desamparo
- baja autoestima
- sensación de ineptitud
- culpabilidad excesiva
deseos de morir- pérdida de interés en actividades habituales o que antes se disfrutaban
- dificultades en las relaciones afectivas
- alteraciones del sueño (por ejemplo, insomnio o hipersomnia)
- cambios en el apetito o el peso
- disminución de la energía
- dificultad para concentrarse
- disminución de la capacidad de tomar decisiones
pensamientos suicidas o intentos de suicidio- molestias físicas frecuentes (por ejemplo, dolores de cabeza, dolores de estómago o fatiga)
- hipersensibilidad ante el fracaso o el rechazo
- irritabilidad, hostilidad, agresión
Los síntomas maníacos pueden incluir:
- autoestima exagerada
- menor necesidad de descanso y sueño
- mayor distracción e irritabilidad
- excesiva participación en actividades placenteras y de alto riesgo que pueden provocar consecuencias dolorosas, por ejemplo, conducta provocativa, destructiva o antisocial (promiscuidad sexual, manejar sin precaución, gasto excesivo de dinero, abuso de alcohol y, o drogas)
- aumento de la locuacidad (por ejemplo, aumento en la velocidad del habla, cambios rápidos de tema, intolerancia a las interrupciones)
- sentimientos de «excitación» o de euforia
- marcados cambios de estado de ánimo, por ejemplo, el sentirse inusitadamente feliz, y al rato extrañamente enojado, agitado o agresivo
- mayor deseo sexual
- mayor nivel de energía
- escaso sentido común en personas sensatas
En la fase maníaca, algunos adolescentes experimentan síntomas psicóticos que incluyen alucinaciones y, o delirios.
(Menos mal que ya no soy adolescente)
Lo dicho, soy «bi». 😀
«No hay un gran genio sin mezcla de locura.» Aristóteles